La llegada al poder de los militares, comandados por Velasco Alvarado, se dio en el contexto de la crisis hegemónica del proyecto liberal-conservador, en un tiempo histórico de intervención de los militares en el Gobierno, tanto en el Perú como en el resto de América Latina. Los militares conformaban una institución prestigiosa, con cierta independencia del resto del aparato estatal. En sus instituciones de formación se les inculcaban valores que los convertían virtualmente en los defensores de la Patria en momentos de zozobra. Este papel “salvífico” de las Fuerzas Armadas venía gestándose en el Perú, al igual que en el resto de América Latina desde los tiempos de la Independencia (principios del s. XIX).
Sin embargo, el gobierno militar peruano de 1968 era una excepción a la regla general en la región. Velasco Alvarado, como muchos de sus colegas de América Latina, había participado de cursos en Washington y conocía los postulados de la Alianza para el Progreso. Sin embargo, sus planes de gobierno apuntaban a la concreción de una revolución nacionalista, de inspiración populista (nacional y popular), que el gobierno norteamericano había juzgado con desconfianza, cuando no con hostilidad abierta. Cuando en octubre de 1968, el General de División Velasco Alvarado entraba en las destilerías de la International Petroleum Company (IPC) en Talara, enviando al presidente Belaunde Terry al exilio en Buenos Aires, las Fuerzas Armadas presentaban su proyecto político de reconstrucción de la estructura social peruana.
Se trataba de un verdadero proyecto hegemónico que desde el Gobierno Militar transformaría la estructura socioeconómica del Perú, reformaría la política que había sido bastardeada por los Partidos e iniciaría un cambio cultural que terminaría con el Perú dependiente. Desde el Centro de Altos Estudios Militares (CAEM), los militares peruanos habían desarrollado esa conciencia de superioridad y de deber patriótico, en tanto estaban llamados a intervenir en Política para establecer un orden social más justo. Estaban llamados a ejercer la dirección intelectual y moral de la sociedad nacional, en tanto afirmaban que sus intereses eran los del pueblo peruano, y no intereses de clase o sectarios.
La Reforma Agraria implicó una redistribución de las tierras, las cuales fueron asignadas a cooperativas agrarias controladas y supervisadas por el Gobierno Militar. Fueron suprimidas las antiguas organizaciones de los terratenientes, de las cuales la Sociedad Nacional Rural era la principal. Asimismo, fue combatida por el Gobierno, la acción de los antiguos sindicatos agrarios, vinculados al APRA, acusándose a sus dirigentes de acuerdistas con la Patronal y contrarrevolucionarios. En el nuevo esquema social que la Reforma Agraria buscaba inaugurar, no tenía sentido la existencia de sindicatos clasistas, dado que el patrón había dejado de existir, y el Estado no habría de convertirse en un nuevo patrón, sino en un ente coordinador de las cooperativas agrarias. Los militares decían que debía fundarse un nuevo sindicalismo, que debía colaborar con las cooperativas, dado que la lucha de clases planteada en el esquema anterior había sido superada. Es por ello que, a una etapa de lucha y confrontación con la Oligarquía, debía seguirle una etapa de conciliación entre los campesinos peruanos.
Sin embargo, el gobierno militar peruano de 1968 era una excepción a la regla general en la región. Velasco Alvarado, como muchos de sus colegas de América Latina, había participado de cursos en Washington y conocía los postulados de la Alianza para el Progreso. Sin embargo, sus planes de gobierno apuntaban a la concreción de una revolución nacionalista, de inspiración populista (nacional y popular), que el gobierno norteamericano había juzgado con desconfianza, cuando no con hostilidad abierta. Cuando en octubre de 1968, el General de División Velasco Alvarado entraba en las destilerías de la International Petroleum Company (IPC) en Talara, enviando al presidente Belaunde Terry al exilio en Buenos Aires, las Fuerzas Armadas presentaban su proyecto político de reconstrucción de la estructura social peruana.
Se trataba de un verdadero proyecto hegemónico que desde el Gobierno Militar transformaría la estructura socioeconómica del Perú, reformaría la política que había sido bastardeada por los Partidos e iniciaría un cambio cultural que terminaría con el Perú dependiente. Desde el Centro de Altos Estudios Militares (CAEM), los militares peruanos habían desarrollado esa conciencia de superioridad y de deber patriótico, en tanto estaban llamados a intervenir en Política para establecer un orden social más justo. Estaban llamados a ejercer la dirección intelectual y moral de la sociedad nacional, en tanto afirmaban que sus intereses eran los del pueblo peruano, y no intereses de clase o sectarios.
La Reforma Agraria implicó una redistribución de las tierras, las cuales fueron asignadas a cooperativas agrarias controladas y supervisadas por el Gobierno Militar. Fueron suprimidas las antiguas organizaciones de los terratenientes, de las cuales la Sociedad Nacional Rural era la principal. Asimismo, fue combatida por el Gobierno, la acción de los antiguos sindicatos agrarios, vinculados al APRA, acusándose a sus dirigentes de acuerdistas con la Patronal y contrarrevolucionarios. En el nuevo esquema social que la Reforma Agraria buscaba inaugurar, no tenía sentido la existencia de sindicatos clasistas, dado que el patrón había dejado de existir, y el Estado no habría de convertirse en un nuevo patrón, sino en un ente coordinador de las cooperativas agrarias. Los militares decían que debía fundarse un nuevo sindicalismo, que debía colaborar con las cooperativas, dado que la lucha de clases planteada en el esquema anterior había sido superada. Es por ello que, a una etapa de lucha y confrontación con la Oligarquía, debía seguirle una etapa de conciliación entre los campesinos peruanos.
Bibliografía
CONTRERAS, Carlos y CUETO, Marcos (2000) Historia del Perú contemporáneo. Lima: IEP.
COTLER, Julio (ed.) (1995) Perú 1964-1994: Economía, Sociedad y Política. Lima: IEP.
HURTADO, Lourdes (2005) Uniformes, hombres y armas: una aproximación civil a la cultura militar del Ejército Peruano. En: Informe Final (mimeo), Programa sobre Autoritarismo y Violencia. Lima: SUR, Casa de Estudios del Socialismo.
COTLER, Julio (ed.) (1995) Perú 1964-1994: Economía, Sociedad y Política. Lima: IEP.
HURTADO, Lourdes (2005) Uniformes, hombres y armas: una aproximación civil a la cultura militar del Ejército Peruano. En: Informe Final (mimeo), Programa sobre Autoritarismo y Violencia. Lima: SUR, Casa de Estudios del Socialismo.
VILLANUEVA, Víctor (1972) 100 años del Ejército Peruano: frustraciones y cambios. Lima: Juan Mejía Baca.
No hay comentarios:
Publicar un comentario